El doctor Frankenstein de la novela de Mary Shelley tiene un origen real, esta inspirada en la historia de un científico alemán de la misma nacionalidad de Friedrich Drumpf, inmigrante que al llegar a EE.UU modificó su apellido y es el abuelo de Donald Trump. Frankenstein, cosiendo pedazos de cadáveres humanos y utilizando la alquimia, le da vida a una fea criatura de aspecto humanoide  y ante su fracaso lo abandona. Y sucede, que su monstruosa creación escapa ocasionando muertes a familiares y amigos del mismo Frankenstein. La tan afamada novela podría tener un símil con lo que le esta aconteciendo al partido republicano. Un sector anti-inmigrante de ultra-derecha, insaciablemente rico, apoyado por iglesias fundamentalistas, con simpatía en algunos mandos medios de las fuerzas armadas, ha alimentado el renacer de un odio racial ante la figura del primer presidente negro de los EE.UU. y a quien nunca admitieron como su gobernante, provocando caos y comportamientos jamás vistos en la democracia estadounidense. Enardecieron un germen antisocial  incitando al desacato a la autoridad y al orden establecido. Sus mensajes políticos no decían una sola palabra sobre  programas; solo escribían  insultos y  desprecio contra lo que hiciera o propusiera Obama, sin importarles que lo que hacia el presidente de los EE.UU. era  arreglar el desastre que hicieron los republicanos a través de Bush y compañía. Esa cruzada ideológica del “Tea Party” azuzada por el esquizofrénico convencimiento de que la raza blanca  es la escogida por Dios para llevar a cabo la civilización del mundo, ha creado candidatos republicanos que asombran por su crueldad, por su instinto primario de supervivencia. Pretenden imponer la ley del más fuerte como forma de existir. Los candidatos republicanos, sin excepción, han mostrado inconciencia, pues en sus propuestas, dicen cosas sin medir como o a quien lastiman. En sus discursos  no hay  humanismo, solo hay actos impulsivos de primitivas emociones  de supervivencia, ya que se sienten amenazados de perder algo que les parece de su absoluta propiedad. Los seres humanos de acuerdo al desarrollo de la conciencia, que no depende de la biología, podemos evolucionar y hacernos más conscientes, más humanos, menos irracionales. La epigénetica demuestra como la conciencia es más poderosa que los genes. La maldad, la crueldad, la indiferencia y el egoísmo son indicadores de niveles primarios de evolución. No todos somos iguales, y como una especie de paradoja, los Trump, los Cruz, los Rubio, y los Kasich, nos muestran que podemos actuar como seres inconscientes o como seres conscientes. Los humanos seriamos más humildes y acallaríamos el ego, si sólo aprendiéramos conscientemente a respetar al Creador y su creación y, como nos lo enseñara  el gran líder espiritual Jesucristo, lo mejor es ser sencillos y cambiar la soberbia por fe y humildad; y a amarnos y servirnos desinteresadamente. 

Adenda.- La  mayoría conservadora de la Suprema Corte de EE.UU., liderada por el extinto Anthony Scalia, bloqueo en Enero de 2010, la aplicación de una ley casi centenaria que limitaba las sumas de dinero en  las campañas políticas, abriéndole así a los poderosos ricos la posibilidad de patrocinar políticos prácticamente en forma ilimitada. Esto explica el porque el acaudalado hombre de negocios Sheldon Adelson, gran financista del partido republicano y quien fuera acusado de lavar dinero del crimen organizado, haya prometido pagar lo que sea para comprar a toda costa el próximo presidente republicano en el 2016.

ARNOBY BETANCOURT

Escuela Comunitaria de Derechos Humanos de Texas

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