Dos investigadores lograron observar cómo una célula sana se convierte en melanoma.
Los científicos estadounidenses Leonard Zon y Charles Kauman por primera vez lograron ver el momento en que una célula sana se convierte en una tumoral. El estudio podría llevar a nuevos medicamentos.
Los expertos han establecido que el cáncer comienza cuando se producen mutaciones genéticas en una célula sana. La razón de la mutación podría ser producto de la exposición al sol, al humo de cigarrillo o simple mala suerte. Esos genes mutados llevan a la célula a multiplicarse sin límites hasta formar una masa que acumula cada vez más mutaciones que la llevan a crecer aún más y a expandirse. Así se cree que nace el cáncer.
Pero en este planteamiento había un interrogante suelto. Los oncólogos observaban que algunas células del cuerpo con esas mutaciones no se desarrollaban como cáncer. Resolver ese misterio fue parte del trabajo de los últimos diez años de los científicos del laboratorio del doctor Leonard Zon, en el Boston’s Children Hospital.
Después de una década de trabajo, el experto y su grupo, liderado por Charles Kauman, publicaron esta semana una investigación en la edición de enero 29 de la revista Science, cuyos resultados han sido considerado como un gran paso en el entendimiento de esta enfermedad.
Zon y Kaufman lograron observar cómo una célula sana se convierte en melanoma, la forma más mortal de cáncer de piel. El experimento se hizo en pescados y mostró que antes de volverse cáncer, la célula sana regresó a su estado embrionario, una etapa en la cual puede convertirse en cualquier tipo de tejido del cuerpo. En la medida en que empezó a dividirse, las mutaciones genéticas presentes tomaron el control de esta célula primitiva y la llevaron a crear un tumor masivo.
“Encontramos que el comienzo del cáncer se da después de la activación de un oncogen o por la pérdida de un supresor de tumores, pero también involucra un cambio que lleva a una célula de piel a un estado de célula madre”, explicó Kaufman. Ese cambio involucra una serie de genes que podrían ser objetivo de terapias futuras para impedir que el cáncer se desarrolle.
Los peces que sirvieron para el experimento fueron los cebra, que son transparentes lo que permitió ver cómo desarrollaban melanoma sin tener que abrirlos o cortarlos. Todos los peces en el estudio tenían la mutación BRAF, que promueve la proliferación celular. Además se les había quitado el supresor de tumores P53, que actúa como un freno de ese crecimiento.
Anteriormente se había visto que a pesar de tener ese patrón de mutaciones muchas células normales no se convierten en cáncer. Eso se observó concretamente en lunares o verrugas que a pesar de que tuvieran dos de las más potentes mutaciones celulares características del melanoma, la BRAF o NRAS nunca llegaron a ser melanomas. Esto llevó a pensar a muchos expertos que tener mutaciones no era suficiente para desarrollar cáncer.
Para el experimento los científicos introdujeron genes BRAF y P53 en los melanocitos de los peces cebra, es decir en las células pigmentadas de la piel del animal. Aunque esto era suficiente para que se llenaran de melanomas los científicos notaron que los peces no desarrollaron cáncer. Cuando mucho se vio de uno a tres melanomas por pescado.
Al profundizar sobre este fenómeno, los científicos notaron que las células de piel que se volvieron cancerosas había activado un gen llamado crestin que solo se prende en la etapa embrionaria de la vida para producir células de la piel, de los huesos, de los dientes o del recubrimiento del cerebro. Pero una vez estas células madre se convierten en cualquiera de estos tejidos especializados el gen crestin se apaga.
Para poder ver mejor el proceso, los científicos marcaron con una tinta fluorescente cundo el gen crestin se activaba. Y ahí fue eureka. “Cada vez que se iluminaba, esa célula se volvía cancerosa en 100 por ciento de las veces”, dijo a la gaceta de Harvard Leonard Zon. Las que no se iluminaron nunca se convirtieron en tumores.
Los investigadores explicaron que las células en este estado primitivo proliferan con mayor facilidad y son más hábiles para propagarse por el cuerpo porque ese es precisamente su función. Zon y Kaufman creen que este estudio podría llevar a pruebas genéticas que permitan identificar cuáles lunares serian sospechosos de melanoma.
Pero el estudio también representa un nuevo modelo que explicaría cómo se forma el melanoma melanoma y posiblemente todos los demás tipos cáncer.
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