El enlace abajo es para descargar la presentación en pdf de las clases sobre las setenta semanas en el libro de Daniel.
Exégesis (3)
Muchas páginas se han escrito sobre cuáles deben ser los métodos a seguir a la hora de interpretar la Biblia. Hay que atender al contexto histórico del texto, insisten muchos. Hay que analizar la gramática, también dicen. Hay que considerar las formas literarias presentes en el escrito, dicen otros. Es importante tomar en cuenta las costumbres y la cultura de los escritores originales, podríamos añadir. ¡Que la Biblia se interprete a sí misma! proclaman varios.
Aquí quiero proponer otro importantísimo elemento a tomar en cuenta en el trabajo hermenéutico: la adoración. Los textos bíblicos fueron escritos a partir de auténticas experiencias de adoración y con el fin de canalizar dichas experiencias en la comunidad. Difícilmente podremos apreciar su sentido cabal sin participar de la reverencia profunda que los inspiró y los mantuvo vivos en las congregaciones primigenias. En la Biblia hay celebración, admiración, asombro, encuentro contemplativo con Dios. Al leer la Biblia nos trasladamos a un plano de trascendencia fascinante que le da sentido y profundidad a nuestras vivencias cotidianas.
Tomemos por ejemplo, la carta a los Efesios. Apenas termina el saludo y nos encontramos con un torrente de alabanzas, seguido de acciones de gracias e intercesiones. Es más, no termina la contemplación de los portentosos hechos de Dios, que el escritor vislumbra por medio de la fe, hasta llegar al capítulo 3. Ahí, en sólo trece versos, el escritor pone en perspectiva los viajes y labores de Pablo a la luz de la contemplación anterior y cae otra vez de rodillas. Así los capítulos 4 al 6 se desprenden fácil y naturalmente como una extensión en la vida y las circunstancias de cada día de la magnifica adoración que introdujeron los tres primeros capítulos. ¡La vida se concibe en Efesios como una continua adoración a Dios! Finalmente, la carta termina, después de una breve mención de Tíquico, con una corta y sustancia plegaria. En la carta a los Efeisos se respira adoración por todos lados.
El siguiente video nos invita a participar de la alabanza de los primeros 14 versos de la carta. Están por estrofas y hemos intercalado las estrofas de un canto conocido después de cada estrofa de lectura. Lea las estrofas en azul pausada y contemplativamente. Entone las estrofas del canto en rojo. Hágalo usted sólo. Hágalo luego en familia. Hágalo en comunidad. Comparta la experiencia. ¿Se enriqueció su comprensión de esta sección de Efesios? ¿Cómo?
Importancia de esta sección
Esta es una sección importante en el libro de los Hechos. Lucas dirigió su segundo volumen (el primero fue el evangelio que lleva su nombre) a Teófilo (Hechos 1:1). Quería, seguramente, estimular la fe de su lector mediante la recolección de ciertos sucesos claves ocurridos después de la vida terrenal de Jesús. Todo comenzó con Jesús, su vida y sus hechos en la antigua Palestina. Pero la historia de la fe continuó después de él. Su Espíritu concretó las propuestas e intenciones del Maestro en la iglesia primitiva. Para el tiempo en que Lucas escribió Hechos, la iglesia ya había confrontado crisis profundas. Hubo persecuciones, deshonestidad, discriminación, legalismo, inmoralidad, falsas doctrinas y divisiones. Seguramente también la brecha entre cristianos judíos y gentiles crecía proyectándose como una amenaza seria en el horizonte.
Frente a tales circunstancias, Lucas presenta este inspirador resumen de lo que fue la iglesia en sus comienzos. Estos resúmenes son un recurso literario que usa con frecuencia. Le sirven para hilar las diferentes escenas de su narración, v.g 4:32-35, 5:12-16, 6:7, 9:31, 12:24, 16:5 y 19:20. Pero nuestra sección es más que un punto de conexión. Está ahí para recordarle a lector cuál fue desde el principio la dirección que tomó la comunidad de fe. No importa qué crisis esté confrontando la iglesia en el presente. ¡Qué no se pierda de vista el rumbo del principio!
Estructura del verso 42
La estructura gramatical y semántica de la sección es interesante. El verso 42 empieza con un imperfecto del verbo «eimi». El imperfecto denota una acción continua y habitual en el pasado y “eimi» indica una forma de ser. Así eran habitualmente los primeros cristianos. ¿Qué eran? Eran perseverantes (proskarterountes). Eran persistentes, dedicados, decididos, esforzados y resistentes frente a las adversidades y las tentaciones. No eran perezosos, indiferentes, distraídos, ni pusilánimes. ¡Estaban comprometidos! Pero, ¿con qué estaban comprometidos?
A simple vista el verso pareciera nombrar cuatro cosas: La enseñanza, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones. Pero una lectura más reposada parece indicarnos que Lucas en realidad tiene dos cosas en mente: la enseñanza y la comunión. La palabra comunión (koinonia) tiene un campo semántico amplio. No han faltado comentaristas que han visto en esta palabra una alusión a la ofrenda. De hecho, la Biblia PDT traduce: «Ellos estaban dedicados a aprender lo que los apóstoles enseñaban. Compartían lo que tenían, comían y oraban juntos.» Sin embargo, koinonia no se limita a los bienes materiales. La koinonía cristiana también es el compartimiento del Espíritu y las experiencias espirituales. Cuando los cristianos «partimos el pan», tenemos comunión (1 Corintios 10:16-17); y cuando oramos juntos, también tenemos comunión. De suerte que Lucas estaría diciendo que los primeros discípulos estaban dedicados a la enseñanza y la comunión, ejemplo de lo cual eran el partimiento del pan y las oraciones comunitarias.
El compromiso con la enseñanza fue un rasgo prominente de aquella iglesia primitiva. Después de dos mil años, hoy podemos comprobar que la falta de compromiso con la enseñanza causa estragos fatales a la fe. Lucas dice que los primeros cristianos persistían en la enseñanza de los apóstoles. Esto es absolutamente clave. Hay muchos maestros y diversas enseñanzas. Siempre los hubo, aunque con el actual auge de la información están más a la orden del día que nunca. Hoy los medios propagan globalmente cualquier enseñanza a la velocidad de la luz. Por prestar oído a instructores ajenos a los apóstoles, muchos en la antigüedad naufragaron en cuanto a la fe. Igual sucede en la actualidad. No se puede seguir el rumbo de la iglesia primitiva sin un compromiso definitivo con la enseñanza de los apóstoles. Esta rápida frase recapituladora de Lucas es para nosotros imperativa. ¡Hay que tener compromiso con la enseñanza de los apóstoles! Ni debemos creerle a cualquier maestro, ni podemos ser perezosos y descuidados con la enseñanza apostólica.
Los versos 44-47
Por otra parte, los versos 44-47 parecen ampliarnos el concepto del compromiso con la comunión. Después de mencionar la profunda reverencia y el poder evidente en las señales que hacías los apóstoles (verso 43), Lucas insiste en que los creyentes permanecían unidos (epi to auto). Esta frase, por supuesto es difícil de traducir. Literalmente, tal vez podríamos traducirla «sobre lo de ellos». Lucas la usa en otros versos. En el verso 47 dice que el Señor añadía a «lo de ellos» (epi to outo) los que iban siendo salvos. Hechos 1:15 dice que habían reunidos (epi to outo) unos ciento veinte. El verso 2:1 dice que cuando llegó el día de Pentecostés, estaban juntos «en lo de ellos» (epi to outo). Es evidente que cualquiera que sea la traducción que escojamos, el sentido de Lucas detrás de esta frase tiene que ver con la unidad, la congregación, la comunidad, el grupo de creyentes. Es decir, los primeros cristianos estaban comprometidos los unos con los otros, con su comunidad o iglesia. Lo de ellos era la obra que el Espíritu Santo estaba haciendo. No era una iniciativa humana de los doces o de ninguna otra persona o grupo en particular. Era la continuación de lo que Jesús mismo había iniciado. ¿Cómo expresaban su compromiso?
Imperfectos y participios
Lucas usa cuatro imperfectos y cuatro participios para hablarnos de ese compromiso. ¿Cómo vivian los discípulos su compromiso con la obra de Jesús? Lucas lo describe en una frase: «Tenían todas las cosas en común». Pero, ¿qué significaba tener las cosas en común? Que vendían sus propiedades y sus bienes y repartían a cada quien según su necesidad. En otras palabras, estaban comprometidos con la generosidad y con el bienestar integral de los suyos. Además compartían también la comida en las casas con alegría y sencillez. Eso es lo que dicen los imperfectos. Ahora bien, por otro lado, ¿cómo eran los cristianos al vivir su compromiso? Aquí vienen los participios que describen las características circunstanciales de la primera iglesia. Eran perseverantes y entusiastas, acudiendo al templo judío todos los días. En el templo expresaban su piedad y daban testimonio de su nueva fe. Además eran constates en el «partimiento del pan» en las casas, celebrando la victoriosa resurrección de Cristo. Lucas seguramente usa la expresión «Partir el pan» en un sentido técnico para referirse a la cena del Señor. Así el texto hablaría de dos cosas distintas: el «partimiento del pan» o la cena del Señor, y las comidas regulares y frecuentes en las cosas. Esto no excluye el hecho de que también la cena del Señor se celebrara en el contexto de comidas o «ágapes» en los que participaba toda la iglesia. Finalmente, el verso 47 dice que alababan a Dios y se ganaban el favor de toda la gente (también dos participios) y que, como resultado de semejante vida de ejemplar compromiso, El Señor añadía (otro imperfecto) a la iglesia cada día los que iban siendo salvos.