¿Qué creen los musulmanes acerca de Dios?

Si vamos por ahí preguntándole a la gente que creen acerca de Dios, es claro que nos van a dar distintas respuestas. Unos nos dirán que definitivamente no creen en Dios. Estos son los ateos. Para ellos no hay ninguna posibilidad de relacionarse con Dios porque definitivamente están convencidos de que no puede existir nada o nadie que se asemeje a lo que los cristianos llamamos Dios. Otros nos dirán que no están seguros. Estos son los agnósticos. Ellos piensan que es imposible saber con ningún grado significativo de seguridad si Dios existe y por consiguiente no pueden intentar tener ninguna relación con él. 

Por otra parte, hay quienes piensan que Dios es algo así como la substancia única de la cual todas los cosas que nos rodean son simplemente manifestaciones diversas. Esta visión de Dios es común en los monismos orientales y en el pensamiento de la Nueva Era, que ha inspirado numerosos grupos, escritos, videos de auto ayuda y terapias holísticas. Para ellos la espiritualidad consiste en un sentido de unificación con todos los hombres y con el universo, no en una relación con un Dios personal externo a nosotros. Cuando al candidato a la presidencia en Estados Unidos, Barnie Sanders, unos cuantos días antes de las primarias en Carolina del Sur, le preguntaron acerca de su espiritualidad, él respondió con una versión secularizada de estos temas que su espiritualidad era básicamente la convicción de que «todos estamos en esto juntos».

Otras personas están convencidos de que tiene que existir un Ser Superior, Creador de todo lo que existe. Pero no han hecho ningún intento real de encontrarlo con certeza. Simplemente se lo imaginan a su manera y basan su relación con Él en su propia imagen mental. Hay también personas que saben mucho de Dios. Han sido enseñados por otros o han oído hablar mucho de él. Pueden decir muchas cosas ciertas sobre Dios. Pero en realidad no tienen una relación cercana y personal con Dios. Pueden hablar de quién es Dios, cuáles son sus atributos, que planes tiene y que aprueba o desaprueba; pero no pueden decir que lo conocen íntimamente. No han tenido encuentros vivenciales con Dios y su Palabra. Por último, hay quienes conocen a Dios personalmente. Basan su conocimiento en lo que Dios ha dicho acerca de Él mismo, lo que han aprendido de Él mediante sus propias experiencias personales, y lo que otros, que también han oído la Palabra de Dios, dicen o han dicho de Él.

Podríamos decir que los musulmanes pertenecen a la penúltima categoría. Ellos pueden afirmar muchas cosas ciertas sobre Dios. Su concepto es mucho más cercano al cristianismo que las ideas hindúes, budistas o incluso mormonas. Los musulmanes creen que Dios es absolutamente soberano, majestuoso sobre todas las cosas. Ellos afirman que podemos ver su gloria en en toda la creación. Debemos acatar sus juicios y decretos, y nuestra historia terminará con un juicio divino que separará a quienes serán eternamente bendecidos de quienes serán eternamente condenados. Ellos saben que Dios es infinitamente poderoso, sabio y generoso. Él es eterno, el principio y el fin. No necesita de nada ni de nadie, y está fuera del tiempo y el espacio que marcan nuestro universo.

El Dios del Corán, el libro sagrado del Islam, creó a Adán y Eva. Escogió a Abraham para bendecirlo, dio leyes detalladas a su pueblo y levantó profetas como Moisés, David y Jesús. En muchos aspectos Alá se asemeja al Dios de la Biblia. Esto no es sorprendente, puesto que mucho de lo que enseñó Mohamed sobre Dios lo aprendió de conversaciones con gente, amigos y familiares judíos y cristianos, y de la lectura de documentos y tradiciones que circulaban en el siglo séptimo en Arabia. Sin embargo, hay diferencias notables entre el concepto cristiano de Dios y el del Islam.

La palabra Alá, es un término hebreo que se traduce simplemente Dios. Consiste de dos palabras, Al-Ilah, que equivalen a «La Deidad». Sin embargo, para los musulmanes «Alá» es un término exclusivo que puede aplicarse únicamente al único Dios que existe. Es algo así como el nombre hebreo «Yahveh». No es simplemente Dios, con referencia a la deidad. Pero las diferencias no terminan aquí. 

Alá en el Islam es un ser totalmente trascendente, al punto de que es totalmente inaccesible a los humanos. El Corán es un libro que declara la voluntad de Dios y sus planes para la creación, más no una revelación de Dios mismo. Podemos hablar de lo que Dios ha hecho y de sus atributos, pero cualquier idea humana acerca de Dios es inadecuada y distorsionada. Si decimos que Dios es bondadoso, no podemos asociar esa bondad con nada que nosotros sepamos aquí o hayamos experimentado. La naturaleza de Dios está totalmente fuera del alcance de nuestra mente finita.

Los cristianos también reconocemos que Dios en su plenitud está totalmente fuera de nuestra mente finita. Acercarnos a Dios es ponernos frente al misterio, grande y glorioso, que nos deja perplejos. Pero aún así, podemos tener un conocimiento real e íntimo de nuestro Creador. Esto es así, porque por su propio amor, Dios ha querido dársenos a conocer en maneras que nosotros podemos entender. Dios, por así decirlo, ha condescendido a nuestra condición de criaturas y de pecadores, precísamente para que fuera posible que nosotros pudiéramos conocerlo a efectivamente. Él busca una relación con nosotros. 

El deseo que Dios tiene de acercarse a nosotros y de que lo conozcamos personalmente es evidente especialmente en la venida de Jesús. La Biblia enseña que en Él está presente la plenitud de la deidad (Colosenses 2:9) y que por medio de él, Dios, quien es por naturaleza inaccesible a la percepción humana, se ha dado a conocer al mundo (Juan 1:18). Es cierto que no podemos conocer a Dios de una manera exhaustiva, pero sí podemos saber con certeza las cosas que él quiere revelarnos. Jesús, en palabras y carne humanas nos ha revelado que Dios nos ama con un amor profundamente paternal (Juan 17:26, 1 Juan 4:7-15).

En el Islam, Alá realmente no busca mantener una relación con nosotros basada en el amor. Él solo exige obediencia y por eso nos da a conocer sus leyes y demandas. Lo más que podemos aspirar es a ser siervos fieles, obedientes y sumisos. De hecho, la palabra Islam en árabe connota sumisión, especialmente en el contexto de la religión. En la Biblia Dios no busca siervos obedientes. Más que eso el quiere amigos (Juan 15:9-15) y, más que amigos, busca hijos (Juan 1:12-13, 1 Juan 3:1-3, Efesios 1:5).

Según algunas tradiciones islámicas Dios ha enviado 124.000 profetas con un mismo mensaje. Hay que rendirse y obedecer a Alá. El destino final de cada mortal depende totalmente de si obedece o desobedece a la voluntad de Alá. Pero según la Biblia, Dios no sólo quiere obediencia por sí sola. El busca transformar nuestra vida desde nuestro interior mediante la influencia de su Espíritu que mora en aquellos que han abrazado la posibilidad de ser hijos de Dios, creyendo en el Unigénito de Dios, Cristo Jesús (Gálatas 4:6-7, Romanos 8:9, Juan 1:14).  

El Dios del Corán es un Dios unitario. Es un soberano único y solitario sobre todo lo que existe. El amor no forma parte de la esencia de Dios, puesto que no existe amor sin que haya alguien a quien amar. Antes de la creación Dios existía en total soledad, sin amar, y en el presente Dios ama a los que cumplen sus leyes únicamente porque son siervos sumisos. Su amor es sólo una recompensa para los que le obedecen. Los humanos deben amar a Dios y seguir sus ordenes según las enseñanzas de Mahoma para que Dios los ame, porque Dios no ama a los que rechazan la fe mahometana. Sin embargo, el amor entre el musulman fiel y Dios es adoración, veneración y gratitud de lejos, nunca una relación íntima y confiada, como la del niño con su papá querido.

La cualidad más distintiva de Alá es su poder. Para los musulmanes él decide determinantemente todo lo que acontece en su creación. Nada puede alterar sus designios absolutos. No hay espacio para ninguna contingencia, y menos para que nadie corresponda libremente al amor de Dios. Dios no actúa por amor, sino por el deseo, podríamos decir caprichoso, de su voluntad.

La siguiente cita del Hadith ilustra este pensamiento. (El Hadith son colecciones que presuntamente vierten palabra por palabra lo que el profeta Mahoma dijo sobre diversos asuntos).

“Cuando Dios decidió crear la raza humana, tomó en sus manos barro, del cual fueron formados todos los humanos, y el cual de igual manera preexistieron. Habiendo divido el barro en dos porciones iguales tiró la mitad al infierno diciendo: «Estos al fuego eterno. No me interesa». Y mandó la otra mitad al cielo, añadiendo: «Estos al paraíso. No me interesa»” (Kisasul-Anbiya 21)

En marcado contraste con esta enseñanza, el Dios bíblico ofreció la vida de su Hijo en rescate por todos, porque El quiere que todos sean salvos (1 Timoteo 2:5-6). El mostró  la inmensidad y la intensidad de su amor para con nosotros en que siendo pecadores, rebeldes e infieles, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:6-8).

El Dios de la Biblia es único. No hay otro fuera de él. Sin embargo, por la eternidad él ha existido en una maravillosa unidad relacional. Por siempre Dios ha existido en el gozo del amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Su creación es una manifestación de ese amor eterno que busca compartir su gozo y que a pesar de nuestra oposición y rebeldía busca nuestra reconciliación y unificación eterna en él (Juan 17:22). 

El concepto que los musulmanes tienen de Dios es el resultado de la apreciación incompleta e inexacta que presenta el Corán. El Corán es el texto sagrado del Islam. La palabra significa «recitación» y es supuestamente la relación en árabe, palabra por palabra, de lo que Dios le reveló a Mahoma por medio del ángel Grabriel durante un periodo de 22 años. El Corán usa, resume, amplía y modifica varias narrativas bíblicas y refleja el conocimiento que el «profeta» tenía de la religión judía y cristiana de su época. Los cristianos creemos que para tener una idea más clara y acertada de Dios, tenemos que estudiar la Biblia.

 

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